Un recuerdo feliz a convocatoria abierta
Un recuerdo feliz ajeno-a convocatoria abierta-
A veces no es suficiente sentirse triste y tratar de traer al presente un momento feliz para alivianar al alma... hoy...escribo el primer momento feliz del que tengo conciencia y convoco a alguno de mis seres más queridos y cercanos a compartirme uno suyo...para sentir menos tristeza dentro de mi...
Hablemos del primer recuerdo feliz que a cada uno le viene a la cabeza?
Empezaré con la terapia propia:
El primer recuerdo que puedo recordar casi experimentándolo de nuevo fue todo un hallazgo para mi corta edad de 4 años.
Sé que era algún día en el año de 1980, mi hermana acababa de nacer y en una enorme travesía recorrimos el sureste del país en una camioneta vieja.
Era de madrugada cuando llegamos a Veracruz, el momento exacto del día cuando no es de noche, ni tampoco de día; cuando en el ambiente puedes sentir frío y humedad, y al mismo tiempo sabes que se filtran entre las nubes los primeros rayos de sol.
Yo baje de la camioneta, hacia un poco de frío, el Malecón estaba despejado y me parecía enorme.
Empecé a correr mientras oía la voz de mi abuelo gritando que no fuera tan rápido. El viento chocaba contra mi mientras podía oírlo susurrar algunos secretos del tiempo. Dentro de mí sentía ese aire que entra frío a los pulmones y provoca un cosquilleo extraño en el alma.
Ese día mi alma creyó haber sentido por primera vez, la libertad.
Mis recuerdos felices ajenos:
Lic. un recuerdo feliz que me viene a la mente:
Tenía 4 años, estabamos en Acapulco y el día no podía
pintar mejor: sol, calorcito y la familia.
Mi papá me cargaba en el mar, con los flotadores.
Me pidió que me los quitará y que sólo me agarrará a
su cuello.
Más tarde sólo me agarró de los brazos y me dijo, es
tu momento.
Así fue como aprendí a nadar. A nadar en la vida.
El Lic J.C.
Cuando fuimos a Plaza Coyoacán a ver Eduardo Capetillo, nos llevo Beto, te acuerdas? comopramos hamburguesos en McDonalds y las comimos en un pasillo recargadas en la pared, esperamos y esperamos hasta que empezo el chou y peleamos con unas viejas que no nos dejaban ver, nos enamoramos del bombon capetillo y luego robamos unos posters que había de él en los pasillos, fue un gran día y de esos tengo varios recuerdos, estas historias continuarán...
Gelipu
Mi primer recuerdo feliz..mmmmmm... no sé campanita, qué pensaría Peter Pan en estos casos, creo que cuando mi papá me cantaba canciones para que me durmiera
Lety
Creo que tengo muchos recuerdos felices y también recuerdos muy tristes. Un recuerdo feliz es haber descubierto gracias a ti el Libro de los abrazos. Y más feliz cuando tú me lo regalaste. Él siempre me acompaña cuando voy a clases. Al hablarle a mis alumnos actales sobre algo (por ejemplo la comunicación humana, el amor, la injustica, etc.) ese librito siempre me regala un fragmento que les leo. Entonces ellos pelan sus ojos y se sienten felices. Seguramente habrá algunos que digan: "Pinche maestro mamón", pero otros se sienten reconfortados al encontrarse en esas lìneas.
De la Jinta tengo muchos recuerdos. Pero hoy sólo quiero compartirle éste, para que se dé cuenta que ella es una gran maestra, que sabe compartir lo que encuentra, que sabe enseñar lo que sabe, que no esconde lo que ignora, pero que sobre todas cosas sabe deprimirse por pendejadas.
Te mando un abrazo.
El Prof.
Cuando veia a mi jefe.
Iván
Dice Dostoyeski en la voz de Alioscha en los hermanos Karamazov, que un buen recuerdo puede salvarnos la vida...
Una mañana de víspera de invierno, es decir de otoño. Cuando estamos en el camino a perder la luz del sol. Una nieba rosada nos sorprende, con un horizonte iluminado y las hojas de los árboles a nuestros pies. Los pájaros comenzaban a cantar. Son esos instantes en que sientes los regalos del universo en armonía.
Eran las 7 00 de la mañana y yo salía del metro para llegar a mi clase.
Zorrillita
Creo que es de un día que estaba en el kinder y estaba dibujando. Bueno, ese es mi primer recuerdo.
Mayita
Tenía yo 5 años aproximadamente en la época en la que mi madre solía hacernos de desayunar de una manera original, que consistía en hacer una fuente de comida y la colocaba al centro de la mesa, luego nos llamaba a la mesa a uno por uno por nuestros nombres cariñosos, que ella nos había puesto y al acudir siempre nos decía: ¿que siempre tengo que llamarlos para que vengan a desayunar?? a sabiendas que era como un ritual el que ella nos llamara para al fin acudir a comer. Esas reuniones en las que infaliblemente nos reuníamos todos mis hermanos y mis papás son, en lo que puedo dilucidar en este momento, de mis primeros momentos felices.
JR
Es muy interensante tratar de hacer un recuento de la vida para traer a la mente el momento más feliz de la vida, es ahí donde nos damos cuenta si hemos vivido lo suficiente o nos falta tiempo en esta tierra para que podamos rescatar algo y podamos decir que sí hemos tenido felicidad alguna. En cuanto a los recuerdos felices, me he dado cuenta que sí los he tenido pero no me he dado cuenta porque no les he dado la importancia que tenían hasta el día de hoy, cuando por pedido especial me piden el momento más feliz de mi vida y recuerdo el día que me aprendí a andar en bicicleta ya sin las rueditas que iban a un lado para que no me partiera el hocico; también cuando hice mi primer viaje solitito a Chiapas y tuve que intercambiar trabajo de campesino a cambio de un lugar donde dormir y comer con la familia Rosales y ahí aprendí a cosechar maíz y lechugas; también como no olvidar los momentos más gratos desde mi primera novia hasta la última y que te digan desde su corazón que te quieren. También entre los más frescos es volar miles de kilómetros (mas o menos) y estar congelado abajo de la Torre Eiffel y darle un abrazo a una amiga que hace mucho no veía (y sobretodo que nunca pensé que fuera mi amiga).
Posiblemente sean recuerdos un poco vagos; pero gracias a este ejercicio también me doy a la tarea de traer a mi mente el momento más importante y que me haya llenado de felicidad en todos los sentidos. Asi que esperen noticias de su servidor, por lo pronto les digo que hoy soy feliz.
Pocos eran los que se atrevían a entrar al mar; éste estaba un poco picado y su fuerza retumbaba en nuestros oidos. Ahí, sólo un puñado de personas estabamos frente a frente y qué mejor tarjeta de presentación que nuestros cuerpos desnudos, sin disfraces, sin prejuicios, sin religión alguna que viciara nuestra espiritualidad de estar ahí. En ocasiones corríamos a sentir la pureza del agua y que ésta despertara nuestros sentidos. Regresamos a nuestros lugares; sentados en esta arena que se incrusta en la piel, observando como las olas chocan con las piedras que la madre naturaleza puso en el sitio adecuado para que nosotros gritaramos en silencio las diversas figuras que se formaban: esos son los ojos sorprendidos que el Coronel Aureliano Buendía pone cada vez que crea un pescadito de oro, decía uno a lo lejos; No, más bien ese se parece al grito del incha que acaba de ganar que Mempo Giardinelli nos ha descrito, decía otro; esa es Madame Bovari bebiendo su copa de vino tinto junto a la chimenea decía ella con su sonrisa; mientras que el sol hace su trabajo, dorarnos la piel, de la misma forma en la que las aves toman los rayos solares para salir a volar. Cuando es necesario refrescarse, el viento acaricia los cuerpos creando escalofríos. Ahí, todos en comunión, acobijados por los cuatro elementos escenciales de la vida: tierra, agua, aire y fuego. Lejos están la guerra, la miseria, el ruido, la histeria colectiva que vivimos día con día.
Después de veinticinco años todavía no entiendo lo que es la felicidad, pero por primera vez en la vida he encontrado la paz de la vida.
Hans
Mi experiencia mas bonita, fue a los 8 años y precisamente fue en mi primera comunión cuando SENTI a Dios por primera vez con mucha intenisidad en mi interior cuando recíbi la comunión.
Fue una sensación de paz idescriptible, acompañado de felicidad, alegria y libertad, ...descubrí lo que es sentir y creer.
Ro
¿Me tardé? Supongo que sí, si supieras que llevo dos días sobreviviendo con agua y galletas, durmiendo cinco horas, y con los ojos secos por la computadora; finalmente entregué el maldito trabajo y tengo tiempo para mi: qué extraño ¿no? Pareciera que la vida: ese instante inacabado, fuera vivida siempre por uno y para uno pero no es así, este es el caso, ¿se puede decir qué vivimos cuando no estamos aquí, cuando no sentimos?... en fin el recuerdo feliz de mi vida, al menos uno emotivo fue un día que me fui de viaje al río subterráneo, aquellos espeleólogos amateurs que hayan alguna vez entrado a una gruta o atravesado un río sabrán a lo que me refiero, a los que no lo hayan hecho se los recomiendo de a tiro. El caso es que uno comienza caminando de noche por un sendero húmedo que poco a poco se va ensanchando a hasta convertirse en una verdadera alberca subterránea, caminamos semidesnudos y con la única protección de un bote de galletas y un chaleco salvavidas cerca de 45 Km. Atravesando cañadas, cascadas, piedras resbalosas etc. todo en completa oscuridad, como te has de imaginar había arañas, murciélagos, y toda clase de animalejos; lo más importante del viaje fue que una cañada muy resbalosa casi a la mitad del camino me tropecé y caí a una vertiente alejada de mis compañeros por unos cinco metros más o menos, el agua estaba heladísima y no había forma de subir ni de bajar, para colmo, del golpe que me di, se descompuso la lámpara que llevaba, así que estaba en completa oscuridad: la única solución posible era que caminara sólo en medio de la nada sin conocer el camino hasta encontrar un una pendiente escalable para poder alcanzarlos, y así fue: caminé cerca de diez minutos solo, únicamente guiado por los gritos de mis cuates, al final después de la desesperación, y porqué no decirlo un poco de llanto, los volví a encontrar, el momento feliz más maravilloso no fue volverlos a encontrar, sino que al final del camino de más de 24 horas de oscuridad la bóveda final iluminada completamente por el sol me abrió los brazos de nuevo a la vida.
El Caballero de la Mesa Redonda.
Un recuerdo que suavice estos días algo nublados... tengo muchos, no viajo muy ligero de equipaje, me vienen a la mente muchos...
Mi padre siempre ha sido un poco inexpresivo en el sentido sentimental y emocional.
Tenia yo unos 12 años, se acercaba la navidad por lo que estabamos próximos a irnos de vacaciones con mis abuelos a San Luis Potosí. Era Domingo y fuimos, toda mi familia y yo, a buscar un regalo para mi abuelo paterno. Aqui habia que mencionar que este ser ha sido muy cercano, siempre nos apoyo en epocas difíciles y le teniamos mucho cariño, por lo que no era grato visitarlo y mirar como era menospreciado por mi abuela que siempre fue de un carácter muy reácio, duro y un tanto amargado.
Pero volviendo a aquel día; encontramos frente al Zócalo, a un costado de catedral, en medio de las joyerias, una tienda de sobreros como los que usaba mi abuelo, sombreros "Tandem" y le escogimos uno gris. Apenas salíamos de la tienda cuando dierón las 12 de la tarde y las campanas de catedral comenzaron a sonar. En lo particular, las campanas repicando a todo, me parecen un momento realmente exaltador para una parte de mi espíritu y creo que de muchos otros. En ese momento que sonaban las campanas mi padre corrió al teléfono que estaba frente a él, yo tras él, y le marco a mi abuleo en San Luis, emocionado y poniendo la bocina hacia las campanas le decia a mi abuelo que escuchara... No recuerdo haber visto a mi padre tan emocionado y tan expresivo de cariño, me contagiaba su sentir, sus ganas de meter toda esa fuerza de las campanas, esa sensación maravillosa y enviarla hasta aquellos oídos distantes. Esa navidad le regalamos el sombrero, a mi abuelo le había encantado y lo recordaba sonriente por las campanas, pero nunca tuvo oportunidad de usarlo. Murió en los primeros días de Enero.
No es un recuerdo triste, mas bien, es uno esperanzador. Y como este muchos otros...
Era verano, me fui a Oaxaca, al poblado donde viví un timepo. De ahi viaje a casa de un amigo: Carlos. Ibamos en una camionetita Nissan algo vieja pero jaladora para aquellos caminos que solo eran raspados entre el monte. Carlos manejaba, yo iba en el otro extremo y en medio estaba Nayma. (que curioso y un tanto paradójico). La cuestion es que el paisaje era super chido, algo realmente hermoso y con un aire que aqui en la ciudad nunca encontraremos, el cielo tenia muchas nubes. Nayma y yo jugabamos a buscarles forma, vimos un gato, el dinosaurio de la historia sin fin, una casa, un niño, un girasol, vimos y sentimos mucho ese día, tambien soñamos. Me sentí como nunca me había sentido, libre, alejado, emocionado, seguro, vivo... es difícil describirlo y quizas se lea como un recuedo sin sentido, para mi no lo es, lo traigo a mi mente y me provoca felicidad mas que nostalgia y añoranza. No se si era el paisaje o era la compañia.
Como este hay muchos recuerdos igual de sencillos y que son, támbien, generadores de sonrisas y anhelos. El verano anterior convencí a una amiga de sentir la libertad e irnos hacia el sur. De ese viaje tengo muchos recuerdos de sonrisas, temores y hasta patadas. Muchos momentos; yendo hacia Cd. Hidalgo en la frontera sur, en un camión de 2a, con un paisaje verde totalmente, aire fresco por las ventanas; estaba sentado comodamente abarcando dos sillones, miraba por mi ventana izquierda y veía mucho hacia adelante, mucha vida y volteaba a mi lado derecho y veía, en el par de asientos de a lado, alguien viviendo la vida como pocos, alguen fuerte, honesta y con un sentido humano que hoy es difícil de conservar en este enaenado mundo; vi una mujer maravillosa que aprendí a conocer, que admiro y sobretodo quiero muchisimo; la vi soñando o mirando no sé que cosa por su ventana, acompañada de su siempre inseparable maestro Don Gabo.
Gus
Una vez iba, también como tu, en una camioneta, pero era la camioneta de mi tío... Nos llevaba todas las tardes a su rancho y regresábamos a la casa de la abuela ya cuando empezaba a oscurecer.
Era muy chido acostarme atrás y ver las estrellas y avanzar y avanzar y avanzar, con la vista fija.... Y como escribe ...es increíble, darte cuenta, en mi caso,
muy vagamente qué es la inmensidad.
Me relajaba muchísimo dejarme ir
Y perderme con el cielo y el viento,
en el verde y el azul, en los puntitos blancos
Me encantaba....
PD. Gracias por hacerme recordar esto
Dulcinea
Es una tarde como todas, siempre mi madre se sentaba en el jardín y me sentaba junto a ella, veíamos como poco a poco el cielo se obscurecía mientras como siempre me repetía la misma poesía:
Margarita esta linda la mar
y el aire lleva esencia sutil de azar,
Margarita tu acento,
te voy a contar un cuento:
este era un rey que tenía,
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día,
y un rebaño de elefantes,
un kiosco de malaquita
y un gran manto de tisú
y una gentil princesita tan bonita Margarita,
tan bonita como tú....
la poesía era tan grande tan grande (o al menos eso me parecía a mi corta edad) que para cuando mi mamá la terminaba ya era de noche, hoy no la recuerdo completa, pero si recuerdo claramente el suave tono de voz de mi madre, el aire que nos acariciaba, y las estrellas que brillaban como los diamantes del rey, y lo que mas recuerdo era el fuerte abrazo con el que siempre terminaba la poesía, y sus ojos tiernos diciéndome: -tú eres mi princesita y el mayor tesoro que pueda tenerse en esta vida-
Nelly
Tendría como 3 o 4 años y en el departamento en que vivíamos tenía la fortuna de contar con un baño con tina (verdaderamente aprecio esto en los baños). Mi mamá solía prepararme todo para tener una sesión de inmersión. Ella solía poner algún juquete en la tina para que jugara; aunque la verdad no los necesitaba ya que el simple hecho del agua era garantía de diversión.
Una vez que todo estaba listo, la temperatura del agua, el juguete y la toalla, me llamaba y me metía en la tina. La sensación que en ese entonces (y a veces hasta la fecha cuando tengo oportunidad) era de que el agua y yo éramos como la misma sustancia, que si me movía se movía que si la revolvía violentamente hasta desparramar el agua me sentía poderoso, aunque a mi mamá esto último no le causaba la menor gracia.
De vez en cuando se asomaba mi mamá a ver que no hubiese sido tragado por las aguas cual egipcio y Mar Rojo respectivamente -versión light- y yo entre vapores de aventuras, fantasía, relajo y agua, le sonreía lo cual le indicaba que todo iba bien.
Pero un buen día creo mi mamá debió sentirse inspirada y dejó que otro océano de juguetes terminada de llenar la tina lo cual resultó irreal ya que literalmente yo era un gigante con la capacitad de ver todos los juguetes desde las alturas y disponer de cualquiera de ellos según mi pueril voluntad. Confieso que mi movilidad y mi espacio se redujeron casi a la mitad, pero ya no era más Homero era un titán en una placentera y plena destrucción del mundo conocido, o sea de mis juguetes.
Homero
El semestre inicia. De pronto me encuentro con una joven que en varias ocasiones la había saludado y visto en pasillo, pero nunca en una clase que yo impartiera. Ahora estaba allí: leyendo, inquieta, distraída, apasionada, indiferente, valemadrista, interesada, participativa... No me puedo quejar. Tengo como alumna a un arcoiris: tonalidades diversas, ocasional, brillante, tenue... pero indudablemente intenso. Como profesora, esto es un recuerdo feliz.
¿Sabes de quién hablo?
La Maestra Puente
Un día caminando por el parque México mi hermana Laura y yo empezamos palticar sobre como había sido yo de niña, yo sabía que era traviesa y que casi nadie me queria por latosa hasta mi mamá tenía problemas con su familia ya sabes tías, primas, etc, hasta que mi hermana me dijo vamos a una banca , reflexionando me dijo que cuando ella me cuidaba me portaba bien y que si era una cosita de lo peor pero era porque no me tenian paciencia y que la gente esta buena para criticar pero no ayudan. Y que le daba mucho gusto que tuvieramos esa conexión tan profunda desde que era yo una niña, que nos entendemos perfectamente cuando estamos enojadas, tristes, enfermas y extremadamente felices.
Esto me hizo vibrar creo que a veces es bueno decirle a la gente cosas que te conforten y que te gratifiquen, para mi Laura (hermana) es la persona que mas adoro en mi vida, le agradezco todo lo que me ha apoyado y todo lo que hemos sufrido y vivido y que aunque ella o yo tengamos algún día que morir seguiremos recordando nuestras platicas y aventuras.
Ale Cerecedo
Recuerdo que ibamos de viaje, mi tio nos había prestado su coche, un grande y estorbosos coche verda. Mi Papá manejaba y madre a un lado de él. Sólo traían tres cassettes. Uno de Vicente Fernández con corridos de caballos, otro de José José, y el otro de Ray Coniff. Yo iba detrás mirando la carretera, el mundo, la vida. Soñaba con la playa y el sol. Con el mar y su inmensidad. Desde ese momento comprendí de lo que se trata la vida...
Paco Jones
Una vez construi un papalote, no volaba por mas que corria mi papá me ayudo y al verlo volar me senti especial... ese es
Iván
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