Las pocas y muchas razones que el hombre tiene para morir

lunes, septiembre 20, 2004

La verdad es que confundí el azúcar y la sal. No recuerdo cuál es la que necesitaba, pero cuando tuve los recipientes eso, que contienen a cualquiera de las dos. Tuve que probarla, pensé que sería un gran conflicto usar una por otra y eso, finalmente desequilibraría en algún punto la creación.
Recuerdo bien, querer evitar llevar el dedo a mi lengua para comprobar que sabor tenían esos pequeños granos condimento de todas las comidas…parecía sal, blanca muy blanca.
La decepción fue total, era azúcar, muy fina…aunque se lea redundante…muy dulce.
Me pregunté: ¿hace cuánto que no tomabas un poco de azúcar? Azúcar sóla y sin mercadotecnia, sin empaques ni colores…simple azúcar…
Y lo cierto es que no recuerdo haber tenido esa percepción de probar azúcar, sólo azúcar y recordarlo.
MI emoción era tal…que temí querer comer cucharadas de azúcar y esperar a que solas se diluyeran junto con la saliva de mi boca. Lo evité a toda costa y pensé que sería bueno recordarlo siempre…lo dulce suele nunca ser tan originalmente dulce…el azúcar lo es.

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