Las pocas y muchas razones que el hombre tiene para morir

martes, julio 01, 2003

Y después de lo escrito anteriormente, ¿cómo carajos no he de quejarme de la vacuidad de mi vida? Seamos sinceros: he hecho todo lo que tenía que hacer y tal vez un poquito más…y ahora me encuentro con una vida que no quiero porque no me produce la menor exaltación, ni un poquito de interés…¿por qué? Porque me he afanado en creer que debía hacerlo todo al pie de la letra en espera de que un día me toque mi regalo por hacerlo todo bien y entonces tendré una vida como todos…un trabajo o un buen trabajo y decidiré escoger a alguien para que se aburra conmigo mientras no pasa nada para poder ir sembrando esa ancla a la que le salen raíces y crece para abajo y entonces empezaré a comprar cosas que no podré llevar a ningún otro lado…un refrigerador que haga icebergs, una cama de agua que tenga goteras, un trabajo que pague bien mis horas, unas ilusiones que no brillen y una vida cíclica para que no arriesgue mi refri, mi cama, las goteras, los icebergs, el trabajo y mis planes a futuro.
Digámoslo así, ‘estoy frita!’ Ya me dio hueva mi futuro…y definitivamente es aceptable que alguien opte por eso…sin embargo yo sé que no sería feliz así.

No puedo decir que sé que es lo que quiero hacer, pero sé que es lo que tengo que hacer.
Tengo que agarrar todos mis miedos y mis deseos…ponerlos en un frasco y agitarlos bien…y luego aventarlos…la clave está en lanzarse.

Las lamentaciones no me harán cambiar de rumbo…lo único que puede alivianarme es dejar de creer que algún día podré romper el esquema y escapar…el esquema no se rompe…pero si puedo escapar a hacer mi propia vida llenándola de cosas. Lo único que sé es que debo evitar cualquier tipo de inercia, la que hace que no me mueva y la que hace que mi movimiento sea constante, no quiero enfermarme de inercia y debo empezar a correr.

La filosofía es desear o querer algo y luego sin refutaciones…lanzarse hasta caer.

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