Las pocas y muchas razones que el hombre tiene para morir

martes, noviembre 11, 2003

Lo he visto escribir nuevamente...siempre me pregunto ¿por qué es capaz de ver cosas grandes en los que otros escriben de los demás y cegarse al tratar de leer palabras que son escritas especialmente para él?
A veces olvida como oír y entonces baja su cabeza y clava su mirada sin tratar de entender...a veces se olvida de su vida se la pasa comiendo historias ajenas.
Él encontró un documento de texto abierto en un café internet, se atrevió a leer el principio y el final de la historia y luego la dejó escapar, ahora vive arrepentido de no encontrar el rostro de su autora...la que pone en sus letras la tristeza y lleva en su rostro tatuado el símbolo del dolor.
Se atormenta ahora por haber dejado escapar esa historia ajena que nadie ha querido contarle y ahora acude al café en busca de ese mismo rostro afligido por el amor, por una carta de adiós, arrepentimiento, de dolor, de desprecio, ¡de amor! ¡qué sé yo!
No puedo evitar odiarlo una y otra vez. Pues he tratado de escribir frases para él, que no sabe leer mis letras y ni siquiera se aflige de no entenderlas. Cuando ahora leo sorprendida que deja cartas anónimas e historias incompletas en las máquinas de los cafés Internet para que algún descuidado lector las lea y salga complacido o las tiren al bote de la basura sin importancia alguna.
Sé que la coincidencia es la única forma de entrar en su vida, toparlo y mirarlo a la distancia dejando que él mismo te descubra y se acerque...sé también que es imposible creer que las líneas que yo escribo caigan en sus manos y que sin el saberlo se encuentra y entienda mi dolor y entonces se adueñe de mis palabras sin saber que son mías, sin saber que son de él.
Y ahora, heme aquí escribiendo la historia de un escritor que lee historias ajenas y las vuelve a inventar para los demás. Qué vive buscando en las máquinas de los cafés públicos su propia historia...uno nunca sabe, tal vez un día lea estas líneas...o encuentra una carta con el remitente en blanco y sepa que ha encontrado su historia narrada por otra persona que a distancia entabla un diálogo imaginario con él, porque definitivamente la imaginación es la única forma que me permite leerlo y responderle (sin responderle).

Etiquetas: