Las pocas y muchas razones que el hombre tiene para morir

miércoles, diciembre 29, 2004

Un mal mortal

Con a tenue luz de un invierno frío, alguien recitaba cierto poema que me hacía perderme en un mal mortal para una persona como yo.
Hay muchas cosas en las que nunca he creído, hay muchas cosas en las que nunca creeré. Sé que cuando creo… poseo un poder maravilloso de fe que poco a poco se va desvaneciendo hasta confundirse con la realidad, algunas veces suelo olvidar aquel milagro de fe… otras tantas el coraje me vuelve una loca pensando en que nunca hay que desear tanto… porque suele ser pretencioso… a veces, las pretensiones nunca llegan a nada… son el peor fracaso de un sueño mal soñado. Otras veces (la mayoría) siento un dolor en el pecho, una herida sangrante que se abre cada vez más sin poder cerrarse…Me he prometido a mi misma… no volver a sentir ese dolor.
Y en las líneas de aquel poema, oía claramente una condena tan dolorosa como fatal.

Porque en el silencio más fino siempre he callado,
porque tantas veces he soportado el más tembloroso e insoportable silencio.
Porque lo he buscado,
y también por qué me he ido,
porque he aprendido de la metamorfosis
y en el silencio, de nuevo, he aprendido a olvidar.

Mi corazón me dice que ya no hay lugar para buscar…
que no encontraré… que pare de luchar.
Y en la locura, estoy sola, siempre sola
tratando de compartir un poco de mi alma,
fingiendo ser un superhéroe que no ha de romperse por dentro jamás.

¿Me preocupa el amor?
He vivido al día, porque no he podido hacer nada más que eso.
Y por eso siempre me estoy yendo
a todas partes, a nunca jamás y a ninguna parte.

He esperado hasta confirmar que ninguna espera será siempre suficiente,
porque probablemente la mayoría de las búsquedas sea siempre para nunca encontrar.
Y tal vez sea porque siempre busco un poco más…insaciable por dentro,
como un baúl que contiene en el fondo un abismo, un hoyo negro,
donde nunca nadie se atreverá a entrar…
donde nunca nadie podría describir lo que ahí hay.

Y probablemente estoy condenada a estar sola,
con mis serpientes como brazos,
rodeando mi cuello hasta asfixiarme.
He perdido el sueño y la esperanza
y con ello paso en vigilia con la maldición de un cocodrilo.
Evocando sueños del pasado porque mis sueños no van más allá,
no me he atrevido a soñar en futuro porque podría nunca existir…

Algunos nos llaman locos,
porque hemos perdido a dios y al diablo,
los dejamos sueltos para que se fueran al carajo.

Y no he dejado mi cueva,
y me pongo a cazar fantasmas…
del presente y del pasado.
Me he hecho amiga de mis monstruos
y algunas veces puedo charlar con ellos.
Sé que nunca se irán…
se que seguirán ahí esperando a festejar mi propia mierda.

Y, ¿ustedes creen que lo saben todo?
¿creen que amarán a perpetuidad?
¿creen que conocen los secretos de la vida?
¿creen que se escapan de dolor?

Pues yo probablemente no sepa nada con plena certeza…
pero he tratado de retener lo que siempre ha de irse…
porque he guardado el olvido en mi memoria…
y porque probablemente he intentado con todas mis fuerzas,
sentir ese amor del que todos hablan.

Y sí,
acostumbrada al vacío…
ustedes lo ven en mis manos siempre solas,
con la muerte atravesada en mis pupilas,
en silencio,
aún cuando saben que lloro en silencio y a solas.

Pero hay días…
días en los que me levanto y espero,
vuelvo a engañarme
y me dejo soñar,
y entre el sueño y la siempre agonía…
voy por la vida
… la "hermosa" vida.

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