La sombra de la sombra y la razón del olvido...
Iván me pidió que le contase un cuento como quien pide una historia para antes de ir a dormir… por un momento mi creatividad me obligó a utilizar una de esas historias de archivo que se escriben y se guardan.
Letra a letra la fui copiando para compartirla y pensé que mi misión había terminado.
Entonces él preguntó… ¿y quién es la sombra?
El silencio se hizo y había una pregunta sin respuesta.
Lo más absurdo de esta situación era que cuando escribí esa historia la sombra era una respuesta a una pregunta… ahora había una pregunta y la sombra ya no era ninguna respuesta. No significaba, no me remitía… ni siquiera la recordaba.
La angustia empezó a contagiarse por cada una de las neuronas de mi adormecido cerebro… una a una se preguntaban si alguien recordaba haber visto pasar a la sombra, si la sombra le dijo algo, si había dejado un recado o había hecho un encargo… si a la sombra se le había ocurrido dejar una carta o una nota… si la sombra avisó si volvía o si se había ido de viaje.
La sombra…se olvidó de sí misma… y sólo fue una sombra en un cuento que había olvidado el pretexto para el cual existía.
Traté de recorrer mis letras de atrás para adelante… traté en vano de descubrir la raíz de aquella historia que había sido tan importante y tan reveladora… y aún recorriendo la historia de atrás para adelante… parecía que faltaban esas piezas del rompecabezas que son esenciales para determinar una historia.
Entonces me pregunté con qué derecho podía olvidar las cosas… y supuse que uno se despierta cada día y ha perdido un recuerdo viejo y no se ha dado cuenta. Lo que es peor aún…que no se ha dado cuenta ni se dará…
Al fin de todo así son los recuerdos no…? si no los recuerdas no son nada…son parte del olvido… la única y verdadera forma de sacarlos de la oscuridad es si uno los recuerda una y luego otra y otra vez… si un día los guardamos debajo de la lengua y los dejamos disolverse entre la saliva mientras nos mojamos los labios… si los pegamos a las plantas de los pies y caminando los sentimos en los talones… si los escribimos en la piel como Iván que no se olvida entre tribales, dragones y flores de borneo… si pintamos nuestra mirada con ese brillo que nadie ve cuando cerramos los ojos y recordamos… quisiera saber si es necesario rasparse las rodillas con los recuerdos hasta hacernos cicatrices…
El saldo es negativo… no me he dado cuenta de cuanto he perdido en el camino…
Al seguir mis pasos hacia atrás he podido recuperar la razón de la sombra… que nació de la risa de Miguel… de la globalización y también de la imitación.
Mi cerebro se ha dislocado… ha pasado días sin avanzar mirando hacia atrás buscando, aún no sabe que busca… pero debe haber suficiente pistas para encontrar algunos de esos sueños importantes que fueron desechados… probablemente encuentre recuerdos amables como abrazo y besos… como estrellas, lunas y nombres… estrellas y nombres fugaces… lluvias de pensamientos y una que otra inundación.
Una vez sucedió ya… traté de recordarlo y perdí hasta su nombre… y con su nombre se fue su rostro y todo lo que podía recordar de él… por un instante dejó de existir a excepción de que algo en mi ser me decía que no debía sentir el terrible vacío del olvido porque en verdad haría desaparecer esa lejana imagen de alguien de quien no debía olvidar ni su mirada… miré hacia atrás y del olvido lo recaté en medio del silencio… llenando el futuro de un recuerdo que estuvo apunto de convertirse en olvido.
Y así hoy frente a mi se han atravesado unas fotos… había olvidado también lo que me producía mirarlo… (reescribo) …lo que me produce mirarlo… sé que si miro del mismo lado que él aún puedo ver sus sueños… y si lo miro fijamente puedo sin duda alguna escuchar su voz… se está riendo… un poco más y lo estoy abrazando. Aún no se ha ido.
Me he sorprendido sonriendo mientras no dejo de teclear esta historia de cómo poco a poco voy devolviéndome todo lo que era mío… lo que ha sido mío por siempre y que ahora que lo he recordado no pretendo volverlo a dejar ir…
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