Las pocas y muchas razones que el hombre tiene para morir

jueves, junio 21, 2007

MARIANA, FERNANDA Y UN HOMBRE

I
MARIANA
o las razones por las cuales una mujer como yo se puede declarar misógina




Cuando conocí a Mariana sentí la colisión de mis intestinos con mi maltratado hígado, tenerla frente a mí era tal cual tener un espejo en el que te reconoces como mujer mientras exaltas cada uno de los detalles por los cuales el género femenino es tachado de tantas cosas como vacío, ignorante, estúpido y demás.

Antes… un poco de historia

Yo no puedo negar de donde vengo, finalmente mi familia está llena de mujeres de lucha que han tenido que enfrentar cualquier cantidad de situaciones para salir adelante. Si pienso en mi abuela y mi madre, y me miro ahora, sé que el esfuerzo que han hecho ellas tiene grandes resultados hasta mi generación, donde probablemente la oportunidad y perspectiva hacia la mujer sean muy diferentes a lo que ellas vivieron. Sé y estoy conciente que una mujer de hoy se hace de las mujeres de lucha de ayer.

La mezcla familiar que dio origen a mi generación y la de mis hermanos, es engendro de una mezcla extraña… la familia de mi madre está repleta de mujeres, la familia de mi padre en cambio… estaba conformada por puros hombres. Debo decir que se juntaba lo mejor de un matriarcado con lo peor de un patriarcado… el resultado: el caos total.

A mí siempre me ha tocado vivir en una etapa de negociación constante, donde han peleado por el poder, la supremacía, etc. etc. etc. Sin embargo, he podido adoptar lo mejor de cada uno de los roles de mi familia, tanto el masculino como el femenino y no me puedo quejar, sé que eso me ha provisto de mayores libertades.

No fui una niña criada ente muñecas… porque probablemente prefería los patines y los carritos, y Lulú mi hermana prefería las muñecas, pero para las dos la decisión tomada estaba bien. Eso entre muchas otras cosas, como lo era aprender de los oficios de mi abuelo, mi padre y mis tíos y que veíamos también que cualquier cosa que hacían ellos lo podía hacer mi madre y viceversa… creo que desde ahí se confundieron todos los asuntos de género y se hicieron cosas de personas… no cosas de niños o de niñas… mucho menos de hombre y mujeres.

A los 10 años, la ausencia de mi padre con una muerte repentina cambió la situación porque una ausencia… siempre deja un vacío y a un vacío le hace falta algo que difícilmente se puede sustituir o suplir o equilibrar.

Desde ese momento, vi la lucha constante de una madre que no abandona, que da todo, que se multiplica y se divide para ser todo…padre y madre a la vez… Éramos tres en ese momento y mi hermano Toñito contaba por 10 aunque Lulú y yo contáramos por la mitad de uno.

El ejemplo que he tenido siempre de las mujeres (y que me hace sentirme profundamente orgullosa de ello y por tanto comprometida), es que he visto mujeres que luchan y que están llenas de fortaleza, que demuestran su falta de egoísmo suplida por una enorme generosidad innata. Y yo supongo que hay millones de clases de mujeres, las hay buenas y buenísimas, malas, tontas, aprovechadas, rudas, generosas, amables, torpes, inteligentes, etc. pero algo me queda claro, cada mujer elige el tipo de mujer que quiere ser.


De vuelta al principio

Mariana piensa que la belleza es fundamental… y yo creo que puede ser fundamental, para una mujer siempre es necesario sentirse bien consigo misma, sentirse atractiva, admirada y demás… pero no cuando usas peluca, cuando tienes una faja que te envuelve como tamal para hacerte más delgada ante el ojo ajeno y la chaqueta mental de que estás más flaca cuando en realidad no lo estás (únicamente parece que lo estás).

Añadido a esto, todos sabemos que uno de los más aplaudidos atributos de las mujeres son las bubis, a los chicos les gustan y las mujeres no podemos negar que si un escote nos queda bien, lo portaremos orgullosas. El problema es cuando debajo del escote… también hay una mentira, colchones de relleno, bras diseñados exclusivamente para favorecer la figura, etc. Mariana los usa diario. Y yo creo que en algún momento, todas hemos hecho uso de tales prendas… pero es como el mal de la Cenicienta… sabes que después de la hora indicada, el carruaje se te hace calabaza y todo será como antes, como siempre ha sido.

Creo que una mujer valiente es la que se mira al espejo, se acepta, busca ser y verse mejor, sin hacerse una Barbie artificial y desechable. Me declaro una mujer misógina cuando veo mujeres plásticas y prefabricadas que se olvidan que están hechas de carne, hueso y de materia real.

Bueno, esas no son todas las razones por las que odio a Mariana y por lo tanto por lo que me declaro (en ocasiones) una mujer misógina.

A Mariana le gusta parecer una mujer estúpida… hace alarde de todo lo que no sabe… porque una mujer inocente parece atractiva, pero una mujer tonta es el peor insulto para las mujeres que hemos procurado parecer todo menos unas tontas… Lo peor de todo esto es que las mujeres no somos tontas… no sé por qué algunas se afanan en parecerlo.

Y continuando con la dinámica, he de aceptar que educaron en una escuela de niñas y supongo que a la ausencia de caballeros… una de las lógicas es que ahí siempre las mujeres tenían voz y voto, nos acostumbraron a alzar la voz, a dialogar y a saber que no importaba qué… si era una meta, podíamos alcanzarla luchando.

Mariana sin embargo es uno de esos personajes que fomentan el machismo, le gusta guardar silencio y atiende a frases repetitivas que versan así: “Sí señor”, “No señor”, es incapaz de mostrar una idea propia, no le gusta usar su voz, no le gusta proponer ni ser alguien con iniciativa. Le gusta obedecer sin cuestionar, disfruta de arrastrarse frente a los demás y concibe su resignación y silencio como sus armas más poderosas (y tal vez lo sean… pero yo prefiero otra clase de armas…). Me declaro una mujer misógina cuando el silencio no es llenado por una voz femenina que oportuna expone sus pensamientos, que es crítica y reitera el valor de una mujer frente a un hombre. Debo aceptar que detesto esa dinámica machista que supone reiterar el poder de un hombre tras el silencio y la abnegación de una mujer.

Muchas mujeres sabemos que en materia laboral, no llevamos las de perder porque actualmente se ha demostrado en estudios, que las mujeres son más cumplidas, tienen más resultados, son más confiables, todo esto aunado a que indiscutiblemente los puestos directivos están ocupados en su mayoría por hombres.

Yo pienso que una mujer que disfruta de su trabajo siempre encontrará su satisfacción en hacer las cosas bien, en continuar aprendiendo y en sentir ese crecimiento que genera la experiencia. Me gusta pensar que las grandes mujeres de éxito miran hacia atrás y pueden ver su camino recorrido con crecimiento, aprendizaje, tropezones y demás… me gusta pensar que miran siempre adelante.

Mariana sin embargo es una de esas personas que buscan el reconocimiento de manera falsa, son de las personas que ponen a sus seres cercanos a llamar, mandar mails y cartas felicitándola por su trabajo. Y bueno, yo pienso que todo reconocimiento es justo y necesario, pero el reconocimiento falso, sembrado y prefabricado es siempre una humillación, no sólo para las mujeres, también para los hombres. El problema aquí es que Mariana es la que sembraba llamadas y mails enalteciendo su trabajo, cuando en realidad sólo por el hecho de tener un trabajo es una responsabilidad dar el mejor esfuerzo y hacerlo bien… Es aquí cuando me declaro una mujer misógina, cuando veo que el trabajo de una mujer es enaltecido con mentiras y falsos escenarios, cuando tanto trabajo le ha costado demostrar a muchas mujeres que tan capaces son al comprobar que su trabajo vale porque lo han hecho con cariño, esmero y dedicación… ¡ah! y también con toda honestidad, con toda rectitud y con mucho esfuerzo.

Si hablamos un poco de las relaciones interpersonales-emocionales, creo firmemente en la inteligencia de la mujer, en su capacidad de decidir. Me opongo totalmente a la asociación de la víctima como mujer… y no dudo que haya muchos casos en que la mujer es víctima, pero también estoy segura que una mujer es capaz de decir un NO a tiempo y nunca pierde esa capacidad de decidir por su vida.

Mariana sin embargo, es ese personaje que le gusta ser víctima y se victimiza, es una persona que se expone, se arriesga, atenta contra el sentido común, disfruta de hacer las cosas más grandes y luego corre asustada como una cachorrita con la cola entre las patas, como una víctima en peligro que expuesta ante situaciones adversas que ella misma provocó, tiene que ser protegida y salvada. Me declaro una mujer misógina cuando una mujer es capaz de engañar, provocar una situación que la ponga en un rol de víctima y que no asuma ese tremendo poder que significa poner un alto desde el principio.

Y frente a todo el orgullo que siento de ser mujer… debo aceptar que hay muchos rasgos, conductas y actitudes de las mujeres, que me ponen en vergüenza y que desgraciadamente reiteran las concepciones de una mujer como tonta, abusiva, estúpida, perra y demás.

II
FERNANDA
o la enorme necesidad de ser una mujer feliz con todas sus implicaciones





Debo decir que cuando conocí a Fernanda, sucedió todo lo contrario que con Mariana, mi hígado y mis intestinos ni se inmutaron, y esa sensación del espejo fue diferente, porque el espejo que ella provocaba en mí, tenía una sensación de confianza y de estar en el entendido que nos llevaríamos bien, probablemente porque compartiríamos en la forma de vida muchas cosas que no tendríamos que contarnos pero que podríamos asumir que vivíamos.

Fernanda y yo estábamos de viaje y compartíamos un cuarto de hotel, platicábamos por las mañanas y cuando coincidíamos también por la noche. Uno de aquellos días de trabajo, a altas horas de la madrugada (en esos momentos donde las disertaciones más agudas atacan nuestra existencia) y después de llegar con unos tragos de más, me habló de “las mujeres yegua”.

Recuerdo que el televisor estaba prendido y en ese momento pasaba un comercial de shampoo. Los comerciales de shampoos, tratamientos y tintes, siempre son iguales, el cabello de todas sus modelos siempre está perfecto… situación que algunas de nosotras sólo logramos después de ir al salón.

En ese momento, Fernanda dijo: “Mira, esa es una mujer-yegua”… a todo esto ¿quién podría entender lo que es una mujer yegua si nunca antes ha escuchado ese término? Pues bien, después de aquel título de la mujer-yegua… comenzó la explicación.

Una mujer yegua es aquella que siempre luce perfecta, que su cabello siempre está con un aspecto espectacular, el rostro de las mujeres yegua es perfecto y no cuenta con una sola imperfección, su sonrisa siempre es cautivadora y además de todo esto siempre poseen un cuerpazo. Esto es lo que al menos recuerdo yo sobre lo que son las mujeres yegua.

Y en ese momento, el televisor se transformaba en un espejo, en el que miras un reflejo femenino que no tiene nada en común (o al parecer no lo tiene) con nosotras que mirábamos la tele, y entonces reconocías un patrón femenino que reiteradamente desconocíamos en nuestra forma de vida.

La discusión giró en torno a como la mayoría de los hombres prefieren a las mujeres-yegua, y en realidad es algo normal, a los hombres (no siempre y no todos) les gusta exhibir a sus mujeres, como la más bonita, la más buena, la más guapa, la más atractiva, la más loca… la más lo que sea –aquí aplica cualquier adjetivo que ustedes quieran emplear– y bueno, ni tan culpa de los hombres… en ocasiones a las mujeres también nos gusta ser exhibidas, aquí es donde entra esa dinámica donde los dos géneros aceptan de común acuerdo y de forma tácita… entrarle al juego.

Y al fin de todo, cada quien elige y exhibe a quien quiere y a quien se deje, ese no es el problema. La situación a discusión en ese momento, era que una mujer que no es una mujer-yegua y que ha trazado su vida en una línea en la que ha procurado exprimir su existencia al 100% experimentando sobre todas las cosas que es capaz una mujer, luchando por alcanzar metas, destacando en ámbitos en los que generalmente sólo había espacios para hombres, y como común y llanamente usan la expresión “realizándose”… ¿qué pasa con ellas?

En realidad pasan muchas cosas… una mujer puede luchar porque así lo ha aprendido en casa, puede luchar por convicción, puede luchar porque ha establecido que ha de cumplir todos sus sueños y sus metas, puede luchar porque la pasión que le genera estar viva le obliga siempre a ir más allá, puede luchar por ambición… en fin, algunas siempre tendrán una buena razón para luchar.

Y no es que las mujeres se puedan separar en una especie de conjuntos separados por círculos distintos que van clasificando los diferentes tipo de mujeres, los cuales poseen áreas en común y muchas áreas donde son conjuntos completamente diferentes, pero socialmente así parece funcionar todo esto, las mujeres destacadas, prefieren estar solas (y aunque lo prefieran en ocasiones, en tristes ocasiones siempre lamentan estar solas) y esto a veces se genera porque algunos hombres no se sienten a nivel o por ejemplo como dice mi amigo Mauricio orgulloso de sus preferencias: Todos saben que la mujer ideal para mí es una ama de casa. Y cuando una mujer no quiere ser una ama de casa y no es una mujer-yegua queda excluida del universo en el cual podría compartir su vida con alguien.

Tristemente así es, lo que pasa con las mujeres como Fernanda y como muchas otras, es que han tratado de ser fieles en su rol, han tratado de sobresalir, de cumplir, de brillar, de ser diferentes, de ser factor de cambio, eso entre muchas otras tantas cosas. Sin embargo, no dejan de ser esa mujer que tiene en común con cualquier otra, esa necesidad de sentirse amada, deseada, comprendida… de compartir su universo pese a quienes son y que desean que se les ame como a cualquier otra mujer.

En el fondo no importa quienes son, nadie en ningún caso deja de ser la mujer que desea ser tratada con orgullo, con respeto y con cariño, pero al parecer, ha elegido cualquier clase de circunstancias para que parezca que su fortaleza le impide ser tomada de la mano para compartir un paseo por la calle. El orgullo de este tipo de mujeres puede ser muy grande y sin embargo en silencio siempre está el deseo de ser amada por ser quien es y no por ser (no) amada por lo que representa.

III
Y un hombre




Antes de empezar con mi disertación sobre los hombres… debo decir que busqué un rostro y un nombre para ponerle a este capítulo… podría llamarse Francisco, Mauricio, Miguel, Hugo o Carlos, ya que Mariana y Fernanda son reales. Pero no encontré, le estuve preguntando a un par de amigos, hombres y mujeres si tenían un personaje representativo sobre lo que ahora les voy a hablar… pero no encontré candidatos, ni nombres.

No tengo un nombre para describir al hombre del que estoy hablando, probablemente exista pero aún no tengo el gusto. He de suponer que los hombres machistas tienen su gestación en el seno de una madre machista y un padre aún más machista.

Creo que algunos de ellos sienten poder por jugar con cochecitos y por burlarse de las muñecas… yo creo que es divertido jugar con los dos (con cochecitos y con muñecas) pero creo que es más divertido jugar con niños. Eso del club de Toby y de Lulú ya no está de moda, la sociedad no funciona así… tendríamos que aceptar que eso de la guerra de los sexos ya debe terminar… somos diferentes y complementarios, dejemos de negarlo. Ni uno más que otro… ni uno superior al otro.

Las condiciones en las que ambos sexos se han desarrollado a través de la historia los han hecho unirse, contraponerse, pelearse, negarse, hacer equipo y demás. Por más diferentes que seamos, en realidad tenemos más puntos en común que diferencias.

Cuando pienso que somos tan diferentes… me gusta pensar en Adán y Eva expulsados del paraíso, seguro que cuando andaban por ahí buscando el camino para llegar a casa se miraban desnudos y sin más nada, se reconocían más por lo que tenían en común con el otro y porque sus mínimas diferencias los hacían siempre estar más juntos.

Al fin de todo, las mujeres de hoy no buscan príncipes sino hombres reales, los príncipes que llegan en corceles blancos… esos, no existen, no sé a quién carajos se le ocurrió inventarlos y lanzarlos al mercado como producto de mercadotecnia. Los principes azules y que usan corcel blanco debían ser sacados de los cuentos y esos cuentos deberían ser prohibidos para su lectura a las niñas.

Y bueno… las princesas de los cuentos debían también ser acribilladas y sacadas de esas historias. Porque además… en esas historias hay una pobre miserable princesa, un hada, una bruja, una madrastra, una hermanastra y demás menjurjes-femeninos (los que siempre son el problema y siempre son mujeres para acabarla de joder…). Las princesas tampoco existen… he de confirmarlo. Pero sí hay mujeres de carne y hueso para quien prefiera una.

Las mujeres de hoy quieren relacionarse con hombres de hoy… evolucionados en todos sus aspectos… que no le teman a la mujer y que les guste hacer equipo con ella. Que sean comprensivos y remitan su comprensión a entender al sexo femenino con el pretexto de sus hormonas y su ciclo menstrual.

Una mujer de hoy, quiere un hombre valiente que no le avergüence amar y ser amado por una mujer de hoy…como una Fernanda. Hombres de esos a los que les gusta tener una charla inteligente y que consideran a la mujer como alguien igual que ellos, con muchas diferencias pero al fin de todo, como una igual con la cual es divertido y encantador compartir.

Tal vez sea eso… una mujer de hoy busca realmente un hombre para compartir, (considerando que compartir no es limitar y censurar) parejas que busquen compartir el mismo significado entre el amor, el respeto, la libertad y el cuerpo.

En fin, no puedo hablar de generalidades, cada quién es quien es y quien quiere ser.

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lunes, junio 18, 2007

La metamorfosis de mis pensamientos

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