Las pocas y muchas razones que el hombre tiene para morir

martes, agosto 30, 2005

La metáfora del suicidio…

Acostumbrada a levantarme siempre con la idea de algo… acabé por despertarme diariamente sin idea de nada, y aquella triste enfermedad se hace costumbre. La de levantarse sin nada, sin ganas y sin sueños, sin motivos, razones o pretextos.
Una costumbre indolora, imperceptible, que parece insignificante, pero que en realidad podría significarlo todo.
Y en los ratos que tengo la mente atormentándome y con preguntas que desempolvan mis esperanzados anhelos, los de siempre, los que no han cambiado con el paso del tiempo, pensaba que un día, tal vez un día podría hacer unas maletas llenarlas de mis cosas más pesadas para ir y tirarlas desde un puente alto, dejando que se hundieran o la marea se las llevara, para seguir un camino ligera de equipaje, hacia donde mis pasos siempre quisieron andar.
Y es hoy cuando he decidido dejar muchas cosas y aventarlas por el puente, no mirar atrás, siempre adelante y arriba.
Soltar el trapecio, mi viejo y gastado trapecio. Atreverme a volar aunque viva eternamente con el vértigo clavado en el estómago.
Hoy he cometido una metáfora del suicidio y pienso que ha valido la pena dejarlo todo, por ir a perseguir un par de sueños…

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