Las pocas y muchas razones que el hombre tiene para morir

miércoles, julio 09, 2003

Ayer encontré un sobre entre papeles en un cajón. Definitivamente ni el sobre ni su contenido era mío…sin embargo, considerando que el cajón sí era mío…me pertenece el sobre y su contenido aunque no sean míos.

El sobre contenía los negativos de unas fotos viejas de mis padres…tengo que decir que los negativos no son cualquier clase de negativos…son enormes…la cámara con que fueron tomadas las fotos también debía de serlo…supongo.

Por desgracia, la mayoría de las fotos están fuera de foco. No sé si así han sido siempre o el tiempo las ha hecho así, borrosas…imágenes que parecen lejanas como recuerdos…recuerdos que al deteriorarse se borran de la memoria y su existencia se hace casi imperceptible.

Mi papá sonríe… se recarga en una carcacha vieja…y vuelve a sonreír, tiene una cámara en sus manos, está esperando que mi mamá salga del edificio…
Lo había olvidado…aún no he nacido…entonces repito:

Joselín sonríe…se recarga en una carcacha vieja… y vuelve a sonreír, tiene una cámara en las manos, está esperando que Mayte salga del edificio.
Pasa el tiempo y ella no aparece, la tarde está soleada…el tiempo sigue pasando y decide detenerse cuando ella sale del edificio, Joselín está preparado con la cámara lista para volver a detener el tiempo…la llama con sorpresa…ella voltea y él ha detenido el tiempo.

Se miran y guardan silencio, luego sonríen…la tarde sigue siendo soleada.

Ella toma la cámara y detiene el tiempo de nuevo, él alcanza a sonreír mientras el tiempo lo detiene a él.

Él toma la cámara y ella extiende los abrazos…él decide volver a detener el tiempo.

Hablan y sonríen, el sol les da en la cara, sus ojos brillan...han decidido dejar que el tiempo pase.

La tarde ya no es soleada, la luna no es tampoco soleada. Ambos ya no pueden detener el tiempo…se van dejando las fotos en un sobre que llegó a un cajón…al cajón de alguien que no existía mientras ellos decidían detener el tiempo e ignorar que algún día se separarían porque el tiempo habría detenido definitivamente a uno de ellos.

Etiquetas: ,

martes, julio 08, 2003

Ayer salí de casa apresuradamente, el día no pintaba bien…lunes...inicio de semana y la vuelta obligatoria a la odiosa cotidianeidad…
No había agua caliente porque el calentador decidió tomarse unas vacaciones o definitivamente se declaró en huelga, nadie en casa sabe porqué.
Deje la puerta abierta pues se supone que en el transcurso del día, alguien iría a convencer al calentador de volver a ofrecernos sus servicios, pues por las mañanas es un poco molesto que el chorro de agua salga completamente frío, así casi nadie disfruta un baño, o por lo menos yo no lo hago.
Cuando alguien deja la puerta abierta de su casa, no se imagina la cantidad y variedad de visitantes que pueden entrar a su casa, generalmente yo no me preocupo pues todos son bien recibidos en casa, siempre y cuando no me caguen la madre.
Ayer tuve algunas visitas interesantes y bastante inoportunas…se metieron las nubes a mi casa.
Y uno como cualquiera puede pensar que tal vez querrán tomar el té, una taza de café o comer algo; siendo muy confianzudos…tal vez se sentarían sobre mi cama a mirar la tele o a dormir un rato…pero no, no hicieron nada de eso, hicieron algo mucho peor.
Por lo visto, las nubes que visitaron mi casa el día de ayer, eran un grupo de nubes chismosas de esas grises con malas intenciones o algunas nubes románticas de esas que son arreboladas y se la pasan jugueteando y metamorfoseándose mientras se ríen porque el viento les hace cosquillas.
Pues bien, entraron a mi casa y descubrieron mi secreto, se la pasaron hurgando entre todas mis cosas. Encontraron mi diario y miraron todas mis fotos.
Yo creo que todo lo que está escrito en mi diario les produjo mucha tristeza…y entonces fue el acabose pues todas ellas comenzaron a llorar…y podría pensar que una lágrima o dos eran suficientes…a quién le hace daño de repente echar unas lagrimitas?, eso pensé…pero ellas lloraron hasta que se secaron.
El resultado: toda mi casa inundada…no hablo de un charquito…hablo de una inundación descomunal donde por las 3 puertas de mi casa no dejaba de salir agua…y ni que decir por las coladeras.

Yo había pensado que era momento de hacer un cambio en mi vida…pero a mí como a todos les ha sucedido…la comodidad de la aburrida cotidianeidad nos tiene bien amenazados con no mover ni un solo detalle o nos negará de por vida o por un rato la tranquilidad anhelada. Pero bueno, como todos los cambios…tenía que desechar grandes cosas de mi pasado que empezaban a estorbar… No toqué nada y preferí ignorar su existencia mientras tomaba mis decisiones…hasta que las nubes entraron a mi casa y decidieron hacer el trabajo por mí.

Después de su visita, no me quedó nada…todo lo lloraron…todo lo dejaron impregnado de lágrimas y creo que ahora todo eso tiene que ir a la basura.

Encontraron los dibujos de un soñador y los mojaron hasta que las líneas se corrieron y dejaron de ser figura para diluirse en el papel en una mancha…igual que hacen los recuerdos algunas veces.

Descubrieron las fotos de una suicida en un momento en el qué ella parecía estar contenta…la miraron y se preguntaron una y cien veces más por qué decidió desistir de respirar y siguieron llorando.

Se toparon con mis colores, mis crayones y acuarelas y pintaron el agua en protesta de recordarme lo olvidado que tengo tomar una hoja en blanco para jugar a ser artista.

Encontraron algunas de mis secretas ilusiones y las mojaron más, porque como saben que esas no las tiraré al bote de la basura…tendré que exponerlas al público hasta que se sequen.

Todos mis zapatos nadaban…hoy he tenido que venir descalza a trabajar…supongo que los zapatos les contaron a las nubes que todos los días los llevo por el mismo lugar y que ya estaban cansados y aburridos y las nubes lloraron y lloraron sobre ellos hasta que navegaban como barquitos felices por donde les placía en la casa…algunos de ellos naufragaron y espero que aún quieran andar cuando se sequen.

Las nubes no respetaron nada…mojaron hasta mis discos favoritos…son tan favoritos que ya ni los toco…prefiero guardarlos bien en un lugar seguro donde sólo las lágrimas de nube pudieron llegar hasta dejarlos totalmente llorados.

Al llenar las bolsas de basura con mis recuerdos, he procurado ni mirar, ni detenerme en el contenido, porque sé que algo me haría quedarme a contemplar mientras me dejo sentir melancolía y tristeza por tantas cosas que han acabado.

No sé si esperar a que vuelvan las nubes para reclamarles o agradecerles de antemano su amabilidad.
Cuando las lágrimas comenzaron a bajar de nivel…me senté a contemplar el desastre. La catástrofe natural que implica tirar tu vida a la basura para comenzar de nuevo… Me senté tranquilamente con los pies mojados y resignada a que tendría que esperar que todo se secara…cuando llegó mi hermana, quién al ver mi cara pregunto en un tono cínico… “qué pasó aquí? De verdad que ves la tempestad y no te hincas…!” y a mí sólo me quedó pensar…“Esto no es una tempestad…ya es sólo un charquito”.

Etiquetas:

El hombre triste
Adaptación de el poema de William Blake titulado ‘Las bodas entre el Cielo y el Infierno” donde el personaje principal es Fausto; retomando Goethe, y Voland como príncipe del infierno, mejor conocido como el demonio.

Advertencia:
‘Fausto, mi querido Fausto: Si abres bien los ojos, puedes mirar’

Los sueños de todos los hombres se resumen en:
AMAR…
…salir de la tristeza…
…porque los hombres que están en la obscuridad
no se ven.

Fausto es un hombre enamorado de la tristeza.
A Fausto, ya no le molesta ese sentimiento denominado t r i s t e z a, pues se ha acostumbrado vivir así, triste y sólo; entonces se mira para dentro y se queja abiertamente de su soledad y su tristeza haciendo alarde de su escepticismo hacia la vida, no habrá nada que lo mueva, lo conmueva o lo haga desertar de su aferrada idea de vivir triste.

Fausto ha elegido entre sus más preciados recuerdos, 3 de ellos.
la primera vez que sintió la soledad
la primera vez que hizo el ridículo y,
la primera vez que le dio un ataque de aburrimiento a los 5 años…
además de no poder olvidar que había nacido con una inmensa necesidad de llorar.

El alma de Fausto era su única y constante compañera, quien lo escuchaba y sin juzgarlo de brindaba toda su atención, comprensión y cariño, había entre ella y Fausto, una completa compenetración llena de amor comprensivo y paciencia.
Su alma, era su casa, probablemente el único lugar en el a Fausto que le gustaba estar. Ella, le hacia la invitación constante: ‘Puedes traer tu rabia, pero no reclamar. Puedes traer tu rabia…pero no dejes de venir…’

Fausto, el hombre del que todos llevamos algo adentro, se miro al espejo… pasaron 30 interminables segundos y él sabía que era Fausto, el hombre triste, pero se daba cuenta que no se conocía; eso sí, no paraba de argumentar que después de tocar fondo…comenzaba a excavar… no al fondo del fondo, ni al infierno, simplemente abajo…muy abajo, con todas sus implicaciones y consecuencias.

Y abajo, muy abajo…hace su aparición Voland, el ángel caído, la contraparte y fuente de existencia del bien, porque el equilibrio así es… las existencias contrapuestas se da vida y se niegan así mismas en su existencia.

Voland es un ente desaliñado, feliz hasta las cachas, orgulloso de sus pensamientos y acciones y sobre todo…dador de vida, ¿por qué no? Su existencia se rige por retar a dios y no sólo por ponerse al tú por tú con un ser superior, sino porque es el único que vale la pena.

Si Voland es el diablo, entonces su proceder es por medio de tentaciones.
El hombre triste, encuentra la seguridad en su tristeza cuando se niega a dejar su extasiado estado más allá del fondo y entonces hace su enorme aparición Voland con sugestiones y preguntas que tiran al vacío sin paracaídas a cualquiera que sea tocado por la intención de esa pregunta.

Una carta y una moneda, una moneda que define la realidad bajo el precepto: ‘saber elegir es saber renunciar’, pues siempre es difícil tomar una decisión…pero peor que tomar una decisión es no elegir y peor que no elegir es nunca elegir nada más la aceptación de una condición puramente humana.

El volado está echado, desde el momento que cualquier Fausto de cualquier época se detiene a cuestionarse (aún bajo su estado irónico de enamoramiento del dolor) ‘¿cómo sería si todo esto fuera diferente? Y entonces elige aventurarse sobre el universo desconocido, sobre la nada, prefiere dar bastonazos de ciego hasta encontrar la luz, o lo que brilla o lo que se podría parecer a un extraño resplandor salido de la nada.

Desgraciadamente en el infierno hay leyes…y Fausto, incrédulo de su capacidad de sorprenderse y de enamorarse de la vida más que de temer de ella, pone en juego su alma confiado en que Voland después de enseñarle los límites del mundo no logrará hacer salir de su boca y su corazón la frase: ‘detente instante, eres hermoso’ al fugaz momento.

Lo mundamente humano es enfrentarse a los excesos, ser partícipe de lo que nunca se ha visto, hecho o pensado; la única forma en que se manifiesta el real conocimiento del hombre es a través de tocar los límites de su materia.

Un hombre como Fausto, como cualquiera, si no conoce sus límites, no conoce tampoco su naturaleza, ni su capacidad de vida, por lo tanto, no elige y si no elige…no existe.
Si después de aventurarse en el infierno, de caer ante los las delicias de los excesos. Fausto se asusta, como todos, como todos los hombres, como todos nosotros. No puede negar el éxtasis de sentirse parte de los excesos y el miedo de cruzar la línea para transformarse.
Su alma se asusta y sufre, finalmente el destino del alma es dictado por el mismo dueño de la misma, la felicidad radica en la tranquilidad y esta a su vez en la seguridad, así que por lo mismo, la felicidad es subjetiva.

Un viaje en montaña rusa podría simbolizar la felicidad; de la misma forma un viaje a pie, sin subidas ni bajadas, sin exceso de velocidad, ni curvas…también podría serlo…el dilema aquí, es decidir…un viaje a pie o en carrito de feria.

Y como todo hombre, Fausto se ve cegado por tenerlo todo a sin importar el precio. Y se aburre y se queja, se somete y luego accede hasta que prendado de la fugacidad de una mujer, la elige como elegir el par de calcetines que irán debajo de los pantalones y dentro de los zapatos…

Y la hace suya y el instante fugaz parece ser maravilloso hasta que acaba. Y en el final cuando todo ha vuelto la realidad, a la que podría ser la siempre cruel realidad…no sólo la deja ir…peor aún, decide marcharse él cargando sobre su espalda sus miedos, su negligencia ante el cambio, cargando su costumbre como la única forma de vida en este planeta, agobiado de nuevo por su tristeza y su malestar por aún seguir respirando.

Por supuesto Voland se burla, porque ha caído en el enamorado…ha adquirido el infierno disfrazado de felicidad; porque el sentimiento más peligroso para el hombre lo ha tomado por sorpresa… lo ha hecho suyo…y entonces tiene sentimientos incontrolables e inexplicables que lo dominan y la única forma de deshacerse de ellos es levantarse, despedirse e irse sin siquiera la idea de mirar de reojo…

Fausto, no escapó de esto y la mató…la mató porque le dio la espalda…y su alma…su alma empezó a gritarle a costa de su propia existencia: ‘Detén el instante’, ‘detenlo ahora’, ‘dile que la amas, que tus manos y todo tu cuerpo ha quedado prendado de su ser’, ‘¡detén el instante!’ siendo así la única forma de devolverle la vida a costa de que el alma cambie de dueño por voluntad propia (de ella –del alma- por supuesto…).

Amar es algo que se gana día a día…es mucho más fácil amar que decidir ser amado.

Etiquetas: ,